NO A LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
Escribe Diana Avila
«Si me matan… Yo sacaré mis brazos de la tumba y seré mas fuerte»
Minerva Mirabal
«Trujillo no le tiene nada bueno a este país».
Patría Mirabal
«La juventud no debe estar tan tranquila frente a Trujillo».
María Teresa Mirabal
«Nada traduce toda la tempestad de mi alma».
Minerva Mirabal
El 25 de noviembre se conmemora a las heroínas dominicanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, luchadoras sociales que fueron torturadas y asesinadas por la dictadura de Trujillo.
Esta fecha se ha convertido en el Día de la No Violencia contra la Mujer en el mundo entero, considerando además que la violencia física a manos de la pareja o expareja causa la mitad de los homicidios de mujeres.
Vale en este día, sin embargo, reflexionar no solamente sobre la violencia física que sufren las mujeres de parte de sus parejas y a veces padres, hermanos, hijos. Quiero llamar la atención sobre la violencia que sufrieron las mujeres en el Perú en el período del conflicto armado interno de 1980 al 2000 y que fuera reseñada en capítulos especiales en el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
En qué se ha avanzado en la búsqueda de justicia, de sanción a los que a nombre del Estado y en una visión errónea del concepto de «defensa de la patria» asesinaron, maltrataron, torturaron y violentaron a mujeres peruanas, a ciudadanas de este país que habitaban en las zonas más excluidas, de los Andes , de la selva, a estudiantes universitarias, a maestras…
Desgraciadamente no se ha avanzado mucho. No ha habido justicia para estos casos, ni siquiera para los casos emblemáticos, los más denunciados y conocidos.
Tenemos una tarea pendiente en este tema, toca reflexionar en torno a la respuesta y el apoyo que los sindicatos, el SUTEP, la CGTP, las organizaciones campesinas han dado a las mujeres que sufrieron estas atrocidades, por estar en sus comunidades en el momento de la incursión militar o por ser dirigentes, militantes, hermanas, esposas, hijas de dirigentes sociales o de miembros de las organizaciones políticas que se alzaron en armas.
Las tareas de la justicia y la reparación para estas mujeres, las que se atrevieron a hablar a dar su testimonio a la CVR, en las cárceles, en las audiencias públicas de la CVR y las tantas que siguen guardando silencio, siguen pendientes y deben ser un compromiso de todos y todas.
Las hermanas Mirabal son un ejemplo de consecuencia en su lucha política antidictatorial. No permitamos que la impunidad frente a los crímenes de lesa humanidad contra las mujeres de este país permitan que se siga torturando, violentando a las mujeres.
El cuerpo de la mujer no puede ser campo de batalla.