Para los pobladores puneños, enero, febrero y agosto son los meses festivos y ‘calientes’ del año, aunque no todos los viven igual. Los hombres los esperan con ansias y las mujeres, con temor, pues justo en esos días son maltratadas, física y psicológicamente, con inusual frecuencia y brutalidad.
Las cifras lo corroboran: de las 882 denuncias de violencia doméstica reportadas hasta noviembre en el Centro de Emergencia Mujer (CEM) de esta localidad, al menos 374 fueron registradas en dichos meses. Margoth Pinto Pacheco, representante de esa dependencia, explica que la violencia familiar se encuentra muy arraigada en la zona y, por ello, muestra uno de los mayores índices del país.
Un ejemplo de tal violencia es el de Adelinda Chambi (32), quien está casada, es madre de una niña de dos años y hoy tiene parte del rostro desfigurado. Ella fue atacada por su propio esposo cuando dormía junto a su pequeña. Rafael Rosendo Calla Ticona (29) regresaba ebrio de una fiesta y, sin razón aparente, le roció gasolina en el cuerpo y le prendió fuego.
Aunque hoy Rafael Calla está preso en el penal La Capilla, en Puno, acusado de tentativa de homicidio, y Adelinda está sanando de las quemaduras de segundo y tercer grado que sufrió, ella aún no puede restablecerse del daño psicológico que le ocasionó el ataque.
En ese sentido, la representante del CEM de Puno indicó que la violencia psicológica se presenta con más frecuencia pues en lo que va del año se ha reportado 526 casos, frente a las 340 denuncias por maltrato físico.
FIESTAS Y LICOR. Pero, ¿por qué se incrementa el maltrato particularmente en estos meses del año? Milagros Ríos García, directora de Prevención del Programa Nacional Contra la Violencia Familiar y Sexual (PNCVFS), sostiene que la razón serían las numerosas fiestas que se realizan en aquellas fechas, desde carnavales y matrimonios hasta otros festejos, donde los varones consumen licor en abundancia.
“Lamentablemente, el licor aún es un factor de riesgo, y ello, sumado a los patrones culturales de algunas zonas, hace que la violencia contra la mujer sea legitimada. Las mujeres toleran el maltrato porque así lo dicta la sociedad”, manifestó.
Ríos agregó que este fenómeno (la suma de fiestas, licor y violencia) se repite en Vilcashuamán (Ayacucho), donde también se incrementa el maltrato familiar cuando se celebran las fiestas patronales. Sin embargo, aclaró que, según las estadísticas nacionales, hay un 80% de maltratadores que no bebe, pero que, igual, agrede.
Fuente: Perú21