Por Ronald Gamarra Herrera
Hace una semana, los responsables de la secretaría ejecutiva de la Coordinadora Nacional de DDHH –mi colega Carlos Landeo y yo– sostuvimos una reunión con el escritor Mario Vargas Llosa, en su condición de presidente de la Comisión de Alto Nivel encargada de organizar el Lugar de la Memoria. Pocas veces hemos saboreado y disfrutado tanto una reunión. MVLL es una persona sencilla y directa, que desde el inicio introdujo un trato llano y amical, sencillo y republicano –tuteo incluido–, sin renunciar a la sobriedad. Es un hombre que sonríe con libertad pero no regala sonrisas para agradar; definitivamente, la demagogia no es su debilidad.
El diálogo fue fluido, ameno y directo, y sobre todo libre. Pues, a diferencia de lo que es común en el trato político, MVLL dialoga sin trastienda, sin tácticas envolventes, sin echar nubes de distracción para extraviar al interlocutor o sorprenderlo por el flanco que ha descuidado. El diálogo libre, confiado y alturado con que nos obsequió esa noche –cada vez más raro en nuestro medio– es algo que quisiera reivindicar con énfasis ante el avasallamiento de las relaciones humanas a todo nivel, por la suspicacia y la desconfianza, el cálculo, la ambigüedad y la deslealtad.
La conversación estuvo llena de coincidencias fundamentales, como la valoración profunda de la democracia y la necesidad de construirla, defenderla y consolidarla en nuestro país, teniendo como centro los DDHH, base de la civilización, que deben ser respetados y defendidos contra las agresiones y tiranías de todo signo. La indudable importancia central del Informe Final de la CVR. La necesidad de que el Lugar de la Memoria sea un faro para la construcción de un Perú democrático, pacífico y justo, que no repita los errores de su historia porque los conoce y recuerda con objetividad y espíritu de justicia, señalando la responsabilidad del terrorismo, que desencadenó la violencia que bañó en sangre al país, y la del Estado, que permitió crímenes inadmisibles.
La organización del Lugar de la Memoria está en las mejores manos. Así lo entendimos desde que MVLL le dobló el brazo al gobierno al jugarse personalmente por esta iniciativa, quijotescamente, sin que nada lo obligase a ello, tal como asumió tantas causas cívicas en su ilustre trayectoria. No puede extrañar. Quien haya leído su obra, sabe cuál es el lugar que en ella tienen la defensa de la libertad y la condena del fanatismo, el militarismo y el machismo.
Publicado en La República 19/02/2010