Por Giulia M. Foresti (*)
Publicado en ALAI, América Latina en Movimiento
En Italia se criminaliza la inmigración al igual que en Arizona, EEUU, y ésta afectaría a los peruanos y peruanas que inmigraron a Italia y que todavía no tienen visa. La ley de migración nº 94 hecha por el gobierno del actual presidente Silvio Berlusconi fue aprobada el 15 de julio de 2009 y convierte en delincuentes a los inmigrantes indocumentados.
Esta legislación crea el delito de “inmigración ilegal” y contradice el fundamental principio de la jurisdicción italiana, que tiene respaldo en la Constitución, que establece que una persona puede ser punida solo para hechos materiales. La nueva ley castiga no una conducta criminal, si no mas bien una condición social como es el hecho de no ser documentado. Este supuesto delito se agrava aún más si alguien comete un crimen es decir, el mismo crimen es punido en un modo diferente si el autor es un italiano o un extranjero.
Las Naciones Unidas y el Vaticano ya se pronunciaron en contra esta Ley, pero el gobierno al final la emitió con un uso político del tema “seguridad”, que para el electorado italiano hoy parece ser el problema principal del país y sobre todo un asunto que se une estrechamente a la presencia de los extranjeros.
Según el último Informe de la Caritas, en Italia hay aproximadamente 4 millones 500 mil inmigrantes regulares. De este número, 77.629 son peruanos y la mayoría son mujeres (60%). Ellos tienes empleos desempeñándose como acompañantes a los adultos mayores o como enfermeras, también hay bastantes jóvenes que estudian en la Universidad. Esta situación no los exime, así como a los extranjeros de otras nacionalidades, de ser victimas de episodios de racismo.
Una prueba de que Italia ahora se esta volviendo a un país racista es que el partido más votado en las últimas elecciones presidenciales y regionales es el partido “Liga Norte”, que ya pertenece a la mayoría de gobierno. Este pone al centro de su discurso político el derecho de los italianos a no vivir juntos a los extranjeros. Claro, según la lógica gubernamental, existen inmigrantes “buenos” y “malos”; los primeros son aquellos documentados y que trabajan, los segundos son aquellos que no tienen la visa y son estigmatizados como criminales. El problema es que en Italia no se puede obtener la visa sin tener un trabajo “oficial”, pero en este país europeo un montón de inmigrantes trabajan en la informalidad pues los dueños no quieren regularizarles porque esto es mucho más conveniente en términos de ingresos y baja aplicación de derechos laborales.
Las secuelas para los inmigrantes que no tienen visa son graves: se esta intentando quitar a los hijos de los inmigrantes indocumentados el derecho a la educación; las bodas entre un italiano y un extranjero son siempre mas obstaculizadas, así como los rencuentros familiares. Por suerte, hubo una grande lucha de los médicos, apoyados por los abogados de la Asociación de Estudios Jurídicos sobre la Inmigración (ASGI), que logró frenar el tentativo gubernamental de negar el derecho a la salud de los indocumentados, derecho humano universalmente reconocido.
(*) Giulia M. Foresti es Periodista italiana independiente licenciada en Relaciones Internacionales y Protección de los DDHH. En su país se ocupa de inmigración y de derecho, colaborando también con la Universidad. Actualmente vive en Lima donde trabaja en APRODEH como casco blanco de ASPEm.