Por Rocío Silva Santisteban
Susana Villarán no ganó la revocatoria por ser de izquierda ni tampoco porque, en general, los limeños decidieran apoyarla por su rol como alcaldesa. Reducir el análisis desde las izquierdas a estos dos argumentos es absurdo. No se sostienen porque no son, en esencia, el argumento del NO. Sin embargo, el sobredimensionamiento del apoyo del PPC y de la asesoría de Favre ha reducido al mínimo la importancia de los grupos de activistas del NO, de los piquetes del NO en diferentes distritos de Lima sur y norte, así como del apoyo de colectivos masivos como el MST o Asfadel. Todos los factores contaron: la performance de Marisa Glave, la huella de las malas intenciones de los revocadores, las estrategias mediáticas de Favre, el último empujón proporcionado por Lourdes Flores.
Por eso me parece fundamental el aporte programático de Steve Levitsky al señalar que la coalición paniagüista no es una alianza sino una “confluencia de actores sueltos que juegan a la defensiva cuando […] las instituciones democráticas están siendo amenazadas”. En un espacio democrático ideal la confluencia paniagüista debería ser el escenario de la política peruana: una derecha liberal con la cual discrepar, debatir e incluso pelear, pero en el marco institucional, frenando a los corruptos, persiguiendo la justicia, permitiendo que las fuerzas sociales tengan espacio para proponer y actuar. A su vez, una izquierda democrática que crea en las instituciones, apueste por los derechos humanos, discrepe con argumentos, que lea la realidad peruana creativamente como lo exigía Mariátegui y que rechace la violencia en todas sus formas y con más ahínco como estrategia política.
Pero la utópica democracia peruana choca contra la realidad: existe el fujimorismo.
En ese sentido, ¿cuál sería la posición de esta coalición frente a la posibilidad de que el presidente Humala indulte a Fujimori? Susana Villarán junto con todos los partidos de la “confluencia” (excepto algunas voces despistadas) están en contra del indulto en las actuales condiciones. Pero ¿y las fuerzas de la derecha liberal? El ministro Cateriano, consumado liberal, está en contra, así como Mario Vargas Llosa, pero hay congresistas del PPC que callan estratégicamente, tanteando futuras alianzas parlamentarias con los naranjas. Esta es, lamentablemente, la realpolitik que yo personalmente espero sea limitada al mínimo, para poder ejercer una política sobre valores y principios por encima de reacomodos. Porque si el PPC tiene su Kouri que le hace recordar cómo se tuercen los árboles, la izquierda también tiene al Movadef y las pretensiones de cierto ex emerretismo, todos a favor de indultos, amnistías y el borrón y cuenta nueva.
Una alianza paniagüista debería ser una fuerza contra un indulto en estas circunstancias en que una junta médica ha calificado el estado de salud de Fujimori como estable, sin situación que amerite excarcelación, sobre todo, en sus condiciones carcelarias. Fujimori no es solo un anciano deprimido interno en un penal, es un asesino, corrupto y ladrón calificado por el Poder Judicial de nuestro país, con una sentencia ejemplar que hoy Guatemala, felizmente, podría usar como precedente para juzgar al genocida de Ríos Montt. Esa sentencia me enorgullece de mi país, que, recuperado de los miasmas, se erigió como una democracia sin puntos finales ni obediencias debidas.
Publicado en Kolumna Okupa de La República 02/04/2013