Por Rocío Silva Santisteban
Joel Molero solo tenía 18 años, era estilista y antes de ser asesinado en las afueras de Rodríguez de Mendoza, Amazonas, había pasado la noche bailando. Apenas era mayor de edad y tenía la vida blanca como un cuaderno nuevo: llena de futuro para hacer de ella algunas de las múltiples posibilidades que se le hubieran presentado. Hoy ese futuro se fue de la misma manera como desapareció su cuerpo: hecho cenizas. Joel fue asesinado durante la madrugada del viernes 22 de noviembre. Gio Infante, director del MHOL, ha difundido una nota de prensa en la que se narran los execrables detalles del crimen: el joven fue degollado, se le cercenaron los genitales, los dedos de los pies y de las manos, y luego se metió su cadáver a un colchón con paja donde se le prendió fuego.
No es una casualidad ni un hecho raro. Muchos homosexuales, trans, lesbianas y bisexuales son asesinados con esta crueldad en el mundo entero. Hace poco en Rusia un grupo de neonazis grabó en video y subieron a Youtube la manera como torturaron a un joven gay que fue cortado en el pecho, orinado, en fin, sometido a un proceso de humillación que nos enfrenta a un odio justificado contra las personas de orientación sexual diferente. En el Perú cada semana muere una persona LGTB (data del MHOL).
Los agresores no son solo enajenados sino sobre todo odiadores obsesivos que justifican sus crímenes todo el tiempo y que transmiten, por todos los medios (como ese video de Youtube) sus hazañas como una manera de fomentar el odio. La homofobia es el temor, que poseen muchos varones y mujeres, al diferente, al Otro sexual, un miedo irracional cuyo soporte son miles de años de machismo, de dominación masculina y de mandato por una heterosexualidad obligatoria.
Sucede que durante muchos años se ha querido invisibilizar el tema de los crímenes de odio dándoles diferentes estatus, pero es claro que después de lo que le sucedió a Joel Molero hubo una intencionalidad de aniquilarlo por completo. Si no, ¿cuál sería la intención de quemar su cuerpo y de irlo cortando de a pocos? Sin embargo, ¿cuál es la diferencia entre un crimen de odio y un crimen “pasional”?
Para Carlos Rivera, director del área legal del IDL, “la principal diferencia la podemos encontrar en la intensidad del dolo. En el crimen de odio el dolo surge de una concepción ideológica que niega la existencia de aquel por el solo hecho de ser homosexual, por ello cree que debe ser eliminado y define una estrategia de eliminación. En este caso el autor prepara el crimen y consecuentemente la voluntad delictiva está mucho más definida y es mucho más grave, porque atacan la idea misma de la convivencia social”.
El Congreso del Perú lamentablemente no aprobó la modificatoria del Código Penal para incluir los crímenes de odio. Ahora esta ad portas de negar la aprobación de la Unión Civil a pesar de la publicidad y el apoyo mediático que la campaña está teniendo. Seguimos siendo un país que se ríe de los homosexuales, los desprecia, y así como con las mujeres, banaliza los crímenes que los tienen como víctimas.
Publicado en el diario La República, martes 03/12/2013