Carta de Ernesto De La Jara
Compartimos desde la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH) la carta de renuncia de nuestro querido amigo y defensor incansable de los derechos humanos, Ernesto De La Jara, al Instituto de Defensa Legal, institución que fundó y ayudó a consolidar. Sabemos que no es una carta de renuncia a los principios compartidos, es una carta donde Ernesto De La Jara nos hace conocer sus nuevos rumbos y apuestas profesionales y personales. Nos seguiremos encontrando y colaborando en esta lucha incansable por un mundo mejor.

Querido amigos y amigas:
Quiero contarles una decisión muy importante para mí, que me ha costado mucho, pero de la que estoy seguro. Después de 33 años he renunciado al Instituto de Defensa Legal (el IDL), tanto a ser unos de sus profesionales como a la asociación.
La he ido madurando desde hace un buen tiempo y coordinando con el Comité Directivo.
La razón es que necesito más libertad personal, para disponer de mi tiempo, para poder ser más selectivo en lo que haga y no haga laboralmente y para dedicarme un poco más a mis otras vocaciones.
Ribeyro decía que uno debería tener varias vidas para satisfacer todos sus gustos, pero que generalmente solo tenía tiempo para una vida o máximo dos. Intentaré la segunda o por lo menos una media más.
Que quede claro que nada tiene que con jubilación. Me siento con mucha vitalidad y experiencia, ilusionado de asumir nuevos proyectos.
¡Le debo tanto al IDL! Me ha permitido pasarme la vida haciendo actividades que me han encantado y que creo son valiosas para la gente y el país. Me ha dado la oportunidad de desarrollarme profesionalmente en diversas especialidades, de reinventarme permanentemente, de conocer a personas valiosísimas y de viajar por todas partes, dentro y fuera del país.
También aprecio inmensamente haber estado vinculado a una institución que para muchos está asociada a honestidad, libertad de pensamiento, defensa de derechos y libertades, sensibilidad social.
Hay una razón más por la que a veces cuando entro al IDL beso el suelo, como lo hacía Juan Pablo II cada vez que llegaba a un país: me ha permitido decir siempre lo que pienso, nunca haber tenido que acatar sin dudas ni murmuraciones, ni sobar a nadie y mucho menos a agachar la cabeza o al chi cheñor, a pesar. Dignidad ante todo, es un principio esencial de lo que llamamos – pedantemente – la cultura IDL. Como lo es asimismo, y muy importante, el sentido del humor sin zonas sacras y riéndonos también de nosotros y nosotras.
Y qué agradable es el buen ambiente trabajo. Es que es no es lo mismo compartir intereses que convicciones.
Como siempre he dicho, si el trabajo en el IDL fuera mejor pagado y con algunos períodos de cierta tranquilidad, sería el trabajo perfecto. Es difícil y exigente, criticado por algunos, pero apasionante y pleno de sentido.
Las instituciones son su gente. Casi todas las personas que han pasado por el IDL han sido de primera. Y hoy cuenta con un equipo profesional y administrativo excelente, tanto en lo personal como en lo profesional, dispuesto jugársela por los ideales de siempre.
¿Errores? Muchos, personales e institucionales. Pero siempre los hemos reconocido y pedido las disculpas del caso. Ojalá que así se haya percibido. Igual frente a las limitaciones y debilidades que sabemos bien tiene una institución como la nuestra.
Hemos pasado por tantas etapas: violencia política, terrorismo, violación de derechos humanos, golpe del 5 de abril, dictadura de Fujimori y Montesinos, captura de Guzmán, rereelección, transición democrática (el gran Paniagua), expectativas y decepción frente Toledo.
Luego el mal menor- García (comiéndonos los sapos de la corrupción, Rodrigo Franco y mucho más), y por si fuera poco, luego el mal menor- Humala (comiéndonos el sapazo de Madre Mía y sus desvaríos ideológicos), todo para que no regrese el fujimorismo. Y hoy ante un gobierno que ganó gracias a una serie de circunstancias inesperadas y que genera tanto expectativas como temores.
Son años en los que lo internacional y lo global han ido tomando fuerza, lo que también se ha expresado en alianzas y acciones conjuntas a nivel de la sociedad civil. Han aparecido igualmente nuevos actores que son esencialmente positivos, aunque también tienen sus complejidades, como son los movimientos ciudadanos y sociales, además de las poderosas redes sociales.
Pienso en el país y en el contexto internacional cuando varios fundamos el IDL y creo que se ha avanzado muchísimo en todo, más de lo que imaginábamos. Pero evidentemente lo pendiente es oceánico.
Muchas gracias y un fuerte abrazo.
Ernesto de la Jara Basombrio.