PRONUNCIAMIENTO

FRENTE A LOS DESASTRES NATURALES ES MOMENTO DE UNIDAD Y CONSENSOS
El Perú se encuentra en estado de emergencia, golpeado por lluvias incesantes, el desborde de los ríos, la caída de huaicos, con grandes pérdidas económicas, con graves riesgos para la vida y la salud, con el peligro inminente de epidemias, así también frente a una eventual crisis sanitaria. 62 personas han muerto desde el inicio de esta crisis, más de medio millón han resultado directamente afectadas, cientos de miles han perdido sus viviendas, sus enseres, sus cosechas, sus animales y se encuentran hoy desamparadas, clamando por ayuda urgente. Como suele suceder en estos casos, las personas más afectadas son las de menores ingresos, quienes no tienen cómo hacer frente a la crisis.
Si bien este fenómeno “Niño Costero”, se repite de manera sistemática en el país, aún no hemos tomado debida conciencia ni adoptado las medidas de prevención y contención adecuadas. A esto se suma, que según las y los especialistas, debido al Cambio Climático los efectos serán cada vez más frecuentes y violentos.
Hoy nos toca atender la emergencia, solidarizarnos con nuestras hermanas y hermanos afectados por los desastres que vienen ocurriendo, movilizar a los sectores públicos, privados y comunitarios. Nadie sobra en esta cruzada. En estos momentos, el interés público y la necesidad social deben ponerse por encima de todo afán de aprovechamiento político o económico. Frente a esta situación es imperativo que saquemos lo mejor que tenemos.
Podemos y debemos hacerlo hoy que la autoestima y confianza nacional se encuentran golpeadas por los hechos de corrupción que han marcado la coyuntura; corrupción que la inmensa mayoría ciudadana rechaza.
Es urgente pensar en el futuro inmediato y mediato. El Perú debe tomar conciencia que ya no puede continuar viviendo y construyendo tal como lo ha hecho hasta ahora. Existen cánones elementales que deben ser tomados en cuenta. Por ejemplo, drenajes adecuados en las ciudades, asentamientos fuera del cauce de huaicos, viviendas con sistemas que permitan evitar el ingreso de agua, y techos seguros. Todo esto implica un proceso de ordenamiento territorial y de planificación, la definición de políticas de gestión del riesgo que nos preparen para enfrentar los desastres futuros, así como de cumplimiento de las normas ya sea a nivel nacional, regional o municipal.
Frente a este desastre es el momento de producir consensos, y evitar el aprovechamiento político, es urgente producir confianza y convertirla en esperanza. Es una obligación ética y sincera que nos convoca a todas y todos sin excepción.
Lima 16 de marzo de 2017