

Hoy, en circunstancias particularmente dramáticas para nuestro país, creemos importante recordar ese periodo de horror que vivimos entre 1980 y 2000.
El año 2003, la Comisión de la Verdad y Reconciliación entregó su informe final, redactado en base a casi 17 mil testimonios recogidos a nivel nacional.
Se describía en ellos las marcas de degradación e indolencia en el Estado y sociedad peruanos, pero también las “voces de coraje, de quienes desafiaron el abandono para defender a su familia, de quienes cumplieron su deber de defender al país sin violar la ley, de quienes enfrentaron el desarraigo”.
El Informe Final de la CVR nos contó “la historia que no debemos olvidar, la historia que no debemos repetir”, pero también nos habló de “la otra historia, la de la esperanza, que es la que hoy debe comenzar”.
19 años han transcurrido, y nos preguntamos:
• ¿qué hemos hecho, como Estado y como sociedad, para evitar que “la indolencia, la violencia y la indiferencia” se repita?
• ¿qué hemos logrado en verdad, justicia y reconciliación?
• ¿cuánto hemos avanzado para que nunca más ocurran barbaries como las de Soras, Putis o Lucanamarca?
Reconocemos que poco hemos aprendido de esa tragedia, que seguimos viviendo en un país con profundas grietas, y que las tareas para construir un país donde todas y todos podamos vivir con dignidad, y mirarnos sin odio, sin miedo y sin vergüenza, siguen pendientes.
A casi 20 años de la entrega del Informe de la CVR, advertimos que la violencia en todas sus formas se repite. Como antes, “el insulto racial, el agravio verbal que precede a la golpiza y al disparo a quema ropa”, se repite.
Estamos a tiempo de recuperar nuestro país, y hoy queremos hacer un llamamiento a edificar juntas y juntos el Perú que queremos.
Convocamos especialmente a las y los jóvenes, y a todas las personas dispuestas a ser voceras de la dignidad y la esperanza, reafirmando nuestro compromiso con la justicia, la memoria, la reparación y la verdad.
El Informe de la CVR propone que el gran horizonte de la reconciliación nacional es el de la ciudadanía plena. Para nosotros sigue siendo vigente. Reconciliación que debe ser entendida como un nuevo pacto fundacional entre el Estado y la sociedad.
Honremos y dignifiquemos la memoria de todas las víctimas. Caminemos juntas y juntos contra la desesperanza, porque aquí nadie sobre y por un futuro con justicia, dignidad y paz.
Estamos todas y todos convocados.