Escribe Gustavo Oré (CNDDHH)
El 20 de noviembre de cada año se conmemora el Día Internacional de los Derechos del Niño, pues hace diecinueve años se firmó en esta fecha la Convención sobre los Derechos del Niño, el tratado apoyado por una gran mayoría de países del mundo.
En esta Convención destacan tres principios fundamentales: El interés superior del niño, el derecho a la vida, la supervivencia y desarrollo; así como el reconocimiento de la capacidad de niños, niñas y adolescentes como ciudadanas y ciudadanos en formación. Junto a un catálogo de derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales aplicables a este grupo.
En nuestro país, la conmemoración de este año ha pasado inadvertida, ya que coincidió con el día en que se iniciaba la llegada de las y los líderes políticos y económicos para la cumbre APEC. Sin embargo, mientras se discutía sobre acuerdos de cooperación económica, macrocifras y grandes inversiones, otras cifras seguían en la desatención de los medios, las referidas a la infancia y la situación de sus derechos.
No es de extrañarse que el tema pase desapercibido en esta cumbre. Estados Unidos de América, por ejemplo, es uno de los dos países –junto a Somalia- que no ha ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño. China, otro de los principales actores de APEC, permite violaciones a derechos humanos de niñas, niños y adolescentes, ya que sigue siendo Asia, y particularmente China, uno de los países que arroja los más altos índices de explotación económica de la infancia.
Radio Neederland, citando a UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) señala que cerca de 6 millones de niños menores de cinco años mueren cada año en el mundo por desnutrición y son más de 100 millones -en cifras de la Campaña Mundial por la Educación (CME)- los niños y niñas a los que les está vedado el derecho a la educación por no poder ir a la escuela. Muchos de ellos debido a que se encuentran trabajando. La OIT (Organización Mundial del Trabajo) señala que son más de 220 millones, 126 de los cuales realizan trabajos peligrosos y 10 sufren explotación. 150 millones de niñas y 73 millones de niños sufren abusos sexuales, según la OMS (Organización Mundial de la Salud). Por otro lado, la utilización de niños en conflictos armados es otro serio problema. Aunque resulta difícil determinar una cifra exacta, la mayoría de ellos se concentran en países como República Democrática del Congo, Colombia o Liberia, donde la situación política y social es de violencia armada en varias zonas.
En el Perú, existe el Plan Nacional de Acción por la Infancia y Adolescencia, cuyos dos principales objetivos son: Contribuir al ejercicio de los derechos y responsabilidades de las niñas, niños y adolescentes, en el marco de la ley, en un país democrático donde se respetan los derechos humanos. De otro lado, crear condiciones en el Estado y la sociedad civil para garantizar el desarrollo humano de estas personas y reducir la pobreza y exclusión que les afecta a lo largo del ciclo de vida.
Sin embargo, y de acuerdo a los principales indicadores, tenemos que la infancia constituye uno de los grupos más vulnerables de la población. “El grupo etáreo más afectado por la pobreza en el país es la niñez y adolescencia. En el Perú el 45% de la población total vive en situación de pobreza, cifra que en el grupo de niños y niñas de 0 a 5 años aumenta a 60% y en el de 6 a 11 años a 58%, siendo 10 puntos porcentuales mayor que la tasa de pobreza en la población total. En el caso de la pobreza extrema la situación es también crítica. Entre los niños y niñas de 0 a 5 años ésta alcanza al 27% y entre los de 6 a 11 años al 24%, alrededor de 10 puntos porcentuales mayor que la tasa de pobreza extrema en la población total (16%). (UNICEF, 2008)
Es pues el 20 de noviembre de cada año un día de seria reflexión más que de conmemoración. La infancia sigue siendo un grupo vulnerable, un colectivo invisibilizado en materia de cumplimiento de derechos. Esta vez por una cumbre mundial, el próximo año ¿Por qué será?