(Foto: Andina)
(Foto: Andina)

Por Ana María Vidal

La situación cada vez se complica más. Este fin de año, con APEC in­cluido, nos trajo golpes terribles: el incendio en un almacén del Minsa, que mató a tres bomberos; el incendio en Cantagallo, que ha dejado sin casa y sin servicios básicos a cientos de ciudadanas y ciudadanos shipibos; el incendio en Lar­comar, que al juntar la ambición desmedi­da de dos empresas (el centro comercial y los cines), la desidia de la municipalidad de Miraflores y una norma mortal firma­da por Ana Jara y Ollanta Humala, se con­virtió un coctel molotov que mató a cua­tro personas; sin olvidar los derrames de hidrocarburos que siguen en la Amazo­nía. Por si fuera poco, al escribir estas lí­neas son 12 los incendios forestales que están afectando distintas zonas del país.

Mientras todo esto pasa, la atención se centra en si la señora Nadine Heredia se fugó o no se fugó. Y, como si jugaran en pared, el Gobierno responde con mu­cho retraso y desatinada indignación; a su vez en el Congreso hablan de una mo­ción para que la FAO revoque su contra­tación. Si en un principio pensamos que era una torpeza su huida vía la contra­tación de un exfuncionario del gobierno de Lula, pues la jugada fue perfecta, con esto la señora puede ahora gritar a todo el mundo que es una perseguida política.

La torpeza con la que se maneja nues­tra política no es gratuita. Es consecuencia del desprecio hacia determinados secto­res del país, hacia los pueblos originarios. Es increíble cómo estos incendios están acabando con vidas humanas, con el me­dio ambiente, con medicinas e informa­ción, y nadie sabe bien cómo reaccionar. Citan al Congreso al alcalde Luis Castañe­da, uno de los mayores responsables po­líticos del incendio en Cantagallo, y este simplemente no va y se burla del país en­tero; o en solo un mes nos olvidamos de los valientes bomberos que murieron tra­tando de apagar un incendio que a la fe­cha no se sabe si fue provocado o no; de la Amazonía ni qué decir, nadie se acuer­da. El país se incendia, se envenena, pero esto no parece importar. Esos muertos y sobrevivientes no les importan. Más im­portan las asfixiantes cortinas de humo montadas por la señora Heredia y el Con­greso fujimorista con el apoyo indispen­sable de una prensa extraviada. Monte­sinos sonríe en el Callao.

Necesitamos que llueva pronto.

Publicado en Exitosa