En el ocaso de su mandato presidencial, Geroge W. Bush ha dado declaraciones que se orientan a realizar un balance del mismo. En las últimas declaraciones emitidas a través de la cadena CNN, el casi ex-gobernante de los Estados Unidos de América ha reconocido algunos errores, mencionado literalmente «me arrepiento de algunas cosas que no debería haber dicho» por ejemplo el hecho de haber pedido «vivo o muerto» al líder de Al Qaeda tras los ataques en Nueva York y Washington.

Una conducta recurrente de gobernantes que violan derechos humanos es buscar una especie de perdón previo a su salida del poder por parte de la opinión pública; para lo cual empiezan a reconocer “errores” y disculparse. El mensaje entrelineas de estas declaraciones podría ser “ni se les ocurra juzgarme cuando deje el poder, pues ya me arrepentí de los delitos que haya podido cometer”, es decir, el auto-indulto, la amnistía inducida groseramente.

Bush se arrepiente de su discurso, mas no de los hechos acaecidos por sus directivas políticas, lo cierto es que violaciones a los derechos humanos hubieron, y muchas, por parte de sus soldados y agentes hacia la población civil.

Amnistía Internacional, en su reciente informe sobre los derechos humanos hace el siguiente diagnóstico sobre Bush:

“El presidente del país permitió que la CIA continuara con las detenciones secretas y los interrogatorios a pesar de que eran constitutivos del delito internacional de desaparición forzada. Centenares de detenidos en Guantánamo y Bagram, y miles en Irak, continuaron privados de libertad sin cargos ni juicio, muchos de ellos durante más de seis años. Las autoridades estadounidenses no han garantizado la plena rendición de cuentas por los abusos cometidos por sus fuerzas en Irak.” (Amnistía Internacional, 2008)

Es un histórico ejercicio de quienes tienen responsabilidad en estos hechos en el que pretenden  transformar del mundo real en uno virtual. «El lenguaje es un vehículo del pensamiento, si falsificamos el lenguaje, falsificamos el pensamiento», dice Noam Chomsky en su libro “El miedo a la Democracia” (1992). En consecuencia, se busca transformar la realidad a través del discurso. Así, las poblaciones arrasadas y los sobrevivientes mutilados se convierten en daños colaterales, las directivas y políticas impartidas para cometer delitos de lesa humanidad en errores o frases infelices; y las culpas, las culpas pueden empezar a expiar en declaraciones a la prensa y en arrepentimientos mediáticos.

El cálculo político de Bush, empieza por cimentar un discurso mediático y sistematizado para no ser llevado jamás ante un tribunal que lo juzgue por violar derechos humanos; y es que cuando el poder se termina, generalmente llega la hora de la justicia, de la lucha de la sociedad pacífica contra la impunidad.

Ahora el inquilino de la Casa Blanca en sus últimos días, anuncia que escribirá un libro de memorias, en el cual detallaría las circunstancias en las que tuvo que tomar «difíciles decisiones», esta es otra frase típica, generalmente va aparejada a aquella que dice que se actúa “por el bien de la nación o del país” y complementa este discurso otra que es recurrente y enalbora una bandera ajena “por la paz o la pacificación”.

Por ende, el discurso de arrepentimiento de Bush, plantea un indicio razonable de que empieza su propio camino hacia la impunidad, el cual  empieza por las palabras. Es un reto para la justicia internacional este caso, as serias violaciones a los derechos humanos perpetrados en sus ocho años de gobierno empiezan a rondar la conciencia y la memoria del presidente saliente, pareciera sentir que la comunidad internacional poco a poco toma conciencia que no debe olvidar. Debe juzgar y sancionar al culpable.