Por Mariella Balbi
¿Usted cree que la Declaración Universal de los Derechos Humanos cambió el concepto de democracia en el mundo?
Eso es muy acertado: la vinculación entre los DD.HH. y la democracia. Un gobierno democrático los promueve y defiende. Esta declaración fue como el descubrimiento de una estrella, pero que ya vivía siglos porque desde hace mucho tiempo los seres humanos eran conscientes de sus derechos. Que pudieran o no ejercerlos es otra cosa y ahí es donde viene el vínculo con la democracia.
La declaración es una suerte de diez mandamientos…
Son más de diez, pero hizo que el mundo conociera y reconociera cuáles eran sus derechos. La voy a sorprender al decirle que creo que el nombre Declaración Universal de los Derechos Humanos es equivocado. Yo preferiría que se llamaran derechos de la humanidad. Sería más completo y abarcarían otros que no están inscritos en la declaración. El mundo ha evolucionado; todos tenemos derecho al desarrollo, al medio ambiente favorable y a otros aspectos.
¿Habría que refrescarlos?
He planteado que la declaración de los DD.HH. debe ser parte de la carta de las Naciones Unidas, porque esta fue aprobada por la asamblea de la ONU por mayoría y no por unanimidad. Ocho países se abstuvieron de votar. EE.UU. la firmó pero siempre tuvo una cierta resistencia. Su gran debilidad es que no tiene fuerza obligatoria, porque según la carta de la ONU a los estados miembros solo los obligan las resoluciones aprobadas por el Consejo de Seguridad, no las resoluciones de la Asamblea General.
¿Ve posible una modificación?
Para ello se requeriría una reforma de la carta de la ONU, así contemplaría todos los problemas que han surgido desde 1945 hasta la fecha. En sus propósitos, la carta de la ONU tiene solo dos referencias a los derechos del hombre y son escuetas, porque el documento tuvo como objeto poner término a la Segunda Guerra Mundial. Por eso se hizo necesario en 1948 crear una comisión de países miembros y expertos, que elaboró la Declaración Universal de los DD.HH. Tal vez lo que hicieron era perfecto; sin embargo, el mundo ha evolucionado. Se ha querido dar a los DD.HH. una mayor precisión, existe una convención sobre los derechos de la mujer, del niño, inclusive de los animales. Por eso el término DD.HH. es extenso.
Todas esas convenciones deberían integrarse a una nueva carta
Tal vez. A 60 años de su proclamación habría que mejorarla. Para el nombre hay varias posibilidades: derechos del ser humano, problemas de la humanidad. Aún no siendo obligatorio, los DD.HH. son un concepto fundamental.
¿Hemos avanzado en 60 años?
Creo que sí, ya se ha hecho conciencia mundial de la existencia de los DD.HH., inclusive de aquellos que no los aplican, como los otrora países de la cortina de hierro, inclusive Arabia Saudí.
La declaración establece la libertad de movimiento y el vivir donde uno lo considere, pero esto se viene abajo por una palabra llamada visa.
Está ese derecho, pero no es aplicable porque la declaración no es obligatoria; sin embargo, el derecho existe.
En realidad la declaración está un poco perforada.
No cuenta con el respeto universal que debería tener, inclusive en las democracias más perfectas hay violaciones de DD.HH. La ONU creó una institución dirigida por el alto comisionado para los DD.HH. Cualquiera puede acudir a este, es efectivo en la medida de lo posible, porque –repito– la declaración no es de cumplimiento obligatorio.
¿Qué edad tenía usted cuando se promulgó la declaración?
(Ríe). Yo tenía 28 años y ya era diplomático.
¿El mundo la comprendió o fue más un asunto de una vanguardia?
Fue una llamada de atención a la comunidad internacional sobre los problemas del ser humano. En esa época estaba el gobierno de Bustamante, y Odría le da el golpe en octubre de 1948, quien seguramente los miró de mala gana pero no le quedaba más que adherirse.
Durante la guerra con Sendero los gobiernos de Belaunde, García y Fujimori violaron los DD.HH
El de Fujimori fue el más intenso, si no, él no estaría sentado en el banquillo por ello.
¿Avala el trabajo de la Comisión de la Verdad?
El informe puede tener algunos errores, pero no han sido voluntarios. La persona que la dirigió, Salomón Lerner, es honorable. Se pueden discutir aspectos, pero las conclusiones son importantes.
El debate post-CVR revela una división entre los que piensan que la CVR solo favorece a los terroristas y los que buscan justicia para las víctimas de miembros de las fuerzas del orden.
Las fuerzas del orden tienen el deber de defender el derecho humano y cuentan con el derecho de que el adversario lo respete. Pero esto es lírico porque a los terroristas no les interesa nada. Quienes atacan a la CVR lo hacen por razones políticas.
¿Será difícil la reconciliación?
Es difícil y esto ocurre en los países donde hubo una comisión de la verdad. Mientras haya grupos que se sientan afectados por el informe, dirán que quienes defienden los DD.HH. son canallas. Desgraciadamente, es inevitable. Aunque no solo sucede en la sociedad peruana; la naturaleza humana es así, las ventajas políticas prevalecen.
Fuente: Diario El Comercio