Por Rocío Silva Santisteban

Una escopetarra es una escopeta modificada, en lugar de servir para asesinar a otros seres humanos, sirve para darles placer: el placer de la música. Es tan simple como mecanismo y como idea, pero tan simbólicamente poderosa, que parece absurdo que nadie la haya inventado hasta ahora. Pero ha sido en América Latina, y en un país tan golpeado por la violencia como Colombia, donde esta “arma cargada de futuro” ha podido tomar una forma concreta.

Una escopetarra es un arma modificada para que sirva de soporte a una guitarra eléctrica. La primera escopetarra del mundo es una iniciativa del cantante y pacifista colombiano César López, quien junto con el lutier Alberto Paredes lograron instalar una guitarra Stratocaster sobre un rifle Winchester y lanzarse por el mundo cantando canciones inspiradas en las víctimas de la guerra fratricida en su país (en realidad no se trata de escopetas sino de rifles pero el acrónimo “rifletarra” no es tan sonoro).

Esta semana tuve la suerte de escuchar a López en una performance realizada para “Ciudades por la Paz y los Derechos Humanos” y no solo mostró un instrumento rarísimo que, con sus manos, podía sonar con un ritmo soul tremendo, sino que también tuve la oportunidad de escuchar a su grupo, sus canciones, el violín, la batería, el bajo y las historias que iba, poco a poco, compartiendo con el público. Sus canciones están inspiradas en las historias de guerra, sufrimiento y búsqueda de justicia que ha venido recogiendo en un peregrinaje por las zonas más deprimidas de Colombia. López ha hecho talleres con niños y mujeres para poder hacer uso de la música como un medio de expresión y resiliencia.

Pero César López no sólo lleva su música a los parajes más duros y difíciles de su país recogiendo, al mismo tiempo, que dando música y un mensaje poderoso de solidaridad y paz sino que ha construido varias escopetarras para que otros músicos divulguen esta imagen que, para algunos, sonará a soñador y quimérico, pero como decía John Lennon “I am not the only one”. Por eso mismo hoy cantan con escopetarras en sus conciertos Manu Chau, Fito Páez, Andrea Echeverri, Juanes, entre otros. Juanes vendió más tarde la suya por 17 mil dólares. No, no es que se trata de un irresponsable que no cree en el proyecto. Al contrario, lo hizo en el marco de una campaña de recolección de fondos que tuvo lugar en Beverly Hills para ayudar a las víctimas de minas antipersonales. La última producción de López es un disco cuyos derechos de autor son de Creative Commons y puede ser bajado por cualquiera en su página web todabalaesperdida.com

El próximo proyecto de César López es igual de radical: llevar una escopetarra de AK-47 al propio inventor del arma Mijail Kalachnikov en Rusia que, al parecer, aún sigue bien vivo, y regalarle la Kalachnikovtarra en homenaje a todos esos muertos de su riqueza y de su felicidad que le han permitido esa larga duración en la vida. Tarareando a López terminemos con uno de sus estribillos: “Toda bala es perdida/ toda víctima hermana…”.

Publicado en el diario La República, martes 15/10/2013