Javier Torres Seoane
Asociación SER

Al parecer en el Perú muchos ciudadanos y ciudadanas siguen sin enterarse que la crisis llegó. Sin  embargo, amigos de diversas regiones del país nos cuentan que varias minas medianas y pequeñas están cerrando, que los proyectos de exploración minera se están suspendiendo, que los agro exportadores están sobre stockeados y que no saben donde colocar sus productos, que a los empresarios textiles los bancos ya no les quieren dar crédito, mientras que la Sociedad Nacional de Industrias nos anuncia que 60 mil personas han perdido sus empleos.

En vez de que todos estos temas tengan una respuesta seria, los políticos y los medios de comunicación nos envuelven en cortinas de humo como la sonada y ya descartada venta de los terrenos adyacentes al Pentagonito, que sirvió para hacernos olvidar las andanzas y dichos del general Donayre, -futuro candidato a presidente regional o congresista por Ayacucho- que a su vez nos hicieron olvidar a los hoy lejanos «petroaudios» que se tumbaron al gabinete Del Castillo y al diario Perú 21.

Por otro lado, luego de casi tres meses de gestión, el Primer Ministro Yehude Simon ha logrado asentarse en el puesto y dedicarse a viajar por el Perú, cumpliendo con uno de los objetivos de su paso por el premierato que es «hacerse conocido» con miras a su candidatura presidencial del 2011, y  a decirnos que no hay que ser pesimistas porque el FMI nos ha dicho que somos uno de los tres países preparados para afrontar la crisis. Pero Simon se olvida que al FMI ya nadie le cree.

Desde Palacio de Gobierno se anuncian y organizan teletones, en vez de preocuparse por mejorar el Plan Anticrisis. El presidente sigue inaugurando centros comerciales criticando a los agoreros que no entienden que estamos en el mejor de los mundos. Y a la vez repitiendo una vieja frase previa a la estatización de la banca exigiéndole a los empresarios «que reinviertan sus ganancias».

De otro lado en el campo de los derechos humanos a pesar del impecable juicio a Alberto Fujimori, las cosas van de mal en peor, luego de la sentencia de un Tribunal Constitucional que se perdió el respeto a sí mismo, al llegar a la conclusión que no se puede pronunciar sobre una materia que había admitido. Así, la sentencia que un juez dio declarando prescrito el caso El Frontón se mantendrá vigente, para beneplácito del actual presidente, de su vicepresidente, del ex presidente enjuiciado, y de quienes vienen siendo procesados por crímenes de lesa humanidad. En ese sentido, lo que no pudieron lograr con su frustrado proyecto de amnistía, lo lograron con un juez y seis miembros de un Tribunal a la deriva.

Mientras todo esto ocurre la inexistente oposición sigue atrapada en su habitual incapacidad para plantear alguna propuesta alternativa o fiscalizar la labor del Ejecutivo, enfrascándose en comisiones de investigación parlamentarias condenadas al fracaso por su manifiesta vocación de mostrarse ante las cámaras de televisión. Su última y penosa faena ha sido la realizada por la Comisión «Abugattas» en la que los congresistas a cargo han terminado siendo cuestionados no sólo por los investigados, sino por la mayoría de la opinión pública.

Así, el Perú llega a un 2009 en el que la más grave crisis que ha vivido el sistema capitalista mundial nos golpeará, -a pesar de nuestros buenos indicadores económicos-, sobre todo por la incapacidad de la clase dirigente que prefiere taparse los ojos ante una situación que es a todas luces grave. No debe sorprendernos esto, ya que la frivolidad y la impunidad se han convertido en las reglas principales de la política peruana, y no hay nada en el horizonte que nos diga que eso va a cambiar.

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