Escribe: Carmela Chávez Irigoyen
Porque ya casi van 28 desde que un grupo levantado en armas voló por los aires la democracia quemando actas en Chuschi, y empezaron los 20 años de mayor crueldad y violencia de nuestra historia republicana.
Porque se nos dijo que como de cada 10 campesinos, uno es senderista, entonces debemos matar a los 10… y lo aceptamos.
Porque aún no nos creemos eso de que “todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario” y podemos seguir justificando sus detenciones y muertes por si acaso.
Por que los familiares de las 32 personas asesinadas en Socos, Accomarca, Lucanamarca y tantas otras siguen esperando una reparación … más de 20 años después.
Porque muchas de las víctimas de las fuerzas del orden ven afectados sus derechos por falta de voluntad política de democratizar el sector defensa (leyes de justicia militar, su no integración al Registro Único de Víctimas, etc).
Porque ninguna autoridad política ha sido sancionada por lo que hizo o dejó de hacer mientras 69 280 peruanos desaparecían bajo sus narices.
Porque antes del Informe Final pensamos que eran “sólo” 24 692 las víctimas fatales (es decir, que no nos dimos cuenta de los otros 44 588).
Porque tenemos a diez mil desaparecidos y las autoridades aún no han salido a buscarlos (y los muertos de Putis siguen esperando ataúdes para ser enterrados).
Porque todavía la democracia no significa nada para miles de peruanos que siguen viviendo en la exclusión social.
Porque el discurso de las soluciones radicales sigue siendo para algunos, un capital para la lucha política.
Porque nos siguen diciendo que un crimen es lo mismo que un exceso.
Porque los peruanos y peruanas nos merecemos una paz y justicia sustantiva, con los vivos y los muertos.
Porque 5 años, son 5 más para mucha gente esperando justicia.