¿Cómo ve la situación de los derechos humanos en el Perú?
En el Perú y en el mundo, hay una distancia considerable entre las normas jurídicas y los principios morales en torno a los DD.HH., y la conducta de las personas y las sociedades. La vida humana no solo tiene un aspecto biológico, físico, sino que es mucho más rica que la vida animal. Hay algo que nos diferencia sustancialmente de aquello que no es humano, y eso es lo que de algún modo se reconoce en los instrumentos jurídicos. Desgraciadamente, en la práctica, las guerras, el atropello, en función de determinados intereses, llevan a que nuestras sociedades estén lejos de alcanzar una plenitud moral y social.

¿Le parece que después de los atentados del 11 de setiembre la situación respecto a los DD.HH. ha cambiado?
Más que cambio, se hizo manifiesta la necesidad de tomarlos en consideración. Se produjo lo que suele ocurrir frente a una gran catástrofe: recién uno parece despertar de un sueño en el cual estaba y en el cual parecía que todas las cosas iban bien. Antes de las Torres Gemelas, hubo el holocausto en la Segunda Guerra Mundial, el régimen de Stalin, y en la antigüedad, simplemente se le negaba calidad humana a determinados hombres. Hay una especie de ceguera que atraviesa los tiempos y son los grandes dramas los que nos hacen, de vez en cuando, tomar consciencia de que las cosas no marchan bien.

El director de Amnistía Internacional (AI) en España, Esteban Beltrán, ha dicho que «la declaración universal de DD.HH. ha sido torturada y sometida a hambre extrema en la última década, de forma que su estado de salud es grave, aunque todavía queda esperanza». ¿Usted coincide con él?
De algún modo sí. Porque, con esa declaración, como sucede con otros instrumentos jurídicos de elevada calidad, la realidad a veces se encarga de degradarlos, de pisotearlos. Una serie de estados se comprometieron a determinadas conductas y políticas. Y en los hechos no las cumplen. La tortura, la existencia de la pena de muerte, fenómenos sociales de violencia como en Ruanda, la antigua Yugoslavia, o lo que ha ocurrido acá con Sendero Luminoso son ejemplos. Todas esas cosas son bofetadas y desmentidos a una declaración solemne.

¿El actual Gobierno se ha dedicado al tema de los DD.HH.?
Yo creo que le falta empuje. No veo cómo puede decirse que un gobierno trabaja a favor de los DD.HH. cuando se trata de hacer una política para introducir en nuestra legislación la pena de muerte, o cuando se equipara a los compatriotas que piensan diferente con el «perro del hortelano», o cuando se habla de que se prefiere a determinada gente en el Perú porque tiene cierto color, en relación con otras que tienen otro color. Se están estableciendo distinciones que son absolutamente torpes. Creo que se puede trabajar muchísimo más. Y el Estado se encuentra en la obligación moral, no solo jurídica, de trabajar para que todos los hombres que habitan este territorio tengan acceso a los derechos mínimos en todo ser humano.

¿Cómo se siente a cinco años de la entrega del informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR)?
De algún modo frustrado, porque no ha habido una difusión y una toma de consciencia realmente madura de aquello que dijo la comisión. Y eso es por ignorancia, porque no se han leído ni siquiera las conclusiones. Incluso autoridades y miembros del Congreso han demostrado que no han leído el informe y, sin embargo, lo critican. Además, hay víctimas que no son reconocidas, hay injusticias que no han sido sancionadas. Si bien hay tímidos intentos por cumplir con las reparaciones, estamos en una especie de prehistoria del proceso, porque recién se está haciendo un registro de víctimas. Cuando se termine ese registro no habrá personas a las cuales poder indemnizar.

¿Cuál considera usted es la situación actual del terrorismo en el Perú?
Yo creo que el terrorismo tal como se presentó en la época de Sendero Luminoso (SL) no existe más. No hay esta ideología, con una especie de líder mesiánico, que pueda aprovecharse de la ignorancia de la gente, alentar la lucha de clases y plantear una especie de guerra suicida que atenta contra la sociedad. No obstante, hay gente que se ha habituado a la violencia y que ahora anda sin norte, sin guía ideológica, que está armada, y que no halla otro modo de sobrevivir que vinculándose a actividades ilícitas. Los remanentes de SL se han convertido en sicarios del narcotráfico.

¿Considera que la elección de Barack Obama va a favorecer, va a fortalecer, el tema de los DD.HH. en el mundo?
Tengo la esperanza de que eso sea así. Obama en su campaña dijo con lucidez que había que reivindicar el buen nombre de Estados Unidos frente a acciones permitidas durante la época de George W. Bush: lo que ocurre en Guantánamo, las torturas de Abu Ghraib y las guerras decretadas unilateralmente. Obama es lo suficientemente inteligente para darse cuenta de que representa a una buena cantidad de gente en Estados Unidos que reclama los valores de los padres fundadores de ese país.

LA FICHA
Nombre: Salomón Lerner Febres
Profesión: Filósofo
Edad: 64 años
Estado Civil: Casado
Cargo: Fue rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Fuente: Diario El Comercio