Por Germán Vargas Farías
A veces logro vencer la tentación. Tenía casi todo listo para escribir sobre uno de esos temas de los que casi todos hemos estado hablando en los últimos días, es decir, el chuponeo, la fallida aspirante a contralora Ingrid Suárez, o el matrimonio de Reymond Manco, pero de repente me percato de otras cosas importantes que también suceden, que creo merecen más mi atención, la suya, y la de todos.
Un libro, ni siquiera uno nuevo, puede ser -como en este caso- reeditado, es la buena noticia de la que todos deberían hablar y comentar. A mi me llegó prestado pero bien vale la pena pagar por él. Se trata de Cambio de palabras, la obra de César Hildebrandt que reúne algunas de sus más notables entrevistas publicadas, excepto dos, en Caretas.
Para quienes tenemos afecto especial por la entrevista como género periodístico, es un deleite verla, escucharla y leerla cuando se practica con la destreza del maestro. Y Hildebrandt lo es. Como no agradecerle entonces por la lección de talento que con modestia o sin ella, nos ofrece.
Un buen entrevistador nos aproxima a cierta gente cuyas acciones y escritos no necesariamente retratan. Personajes de la política y la literatura por ejemplo, que estimados o malqueridos se descubren provocados por el artista.
Mi amiga prestadora me recomendó empezar la lectura del libro por la entrevista a Juan Gonzalo Rose, a sabiendas del aprecio que le tengo, yo le hice caso y me quedé sobrecogido.
Es difícil asimilar que uno de los poetas que más admiras diga “yo nací para ser derrotado”, o que confiese con una sinceridad dolorosa para él y para quienes han aprendido a amar la poesía, gracias a sus creaciones precisamente, “yo siento, ahora, que el arte es algo totalmente inútil, que no tiene ningún sentido: la poesía, la música…”. La tristeza manifiesta en cada palabra se exhibe sin ambages, con coraje y sin maquillaje.
Para Hildebrandt, la entrevista a Rose es una de las que mejor recuerda, y se entiende pues es francamente conmovedora. Que el poeta que escribió: Cambia tu piel. También la piel del mundo. Pero el poema queda guardando su misterio diga que sólo tiene una esperanza extraterrena, choca y desafía. El poeta suele abrir su corazón, pero que lo haya mostrarlo desgarrado es, paradójicamente, mérito del entrevistador.
Esa sola entrevista ya haría ejemplar el libro de Hildebrandt, pero hay otras memorables como aquella a Jorge Luis Borges para quien la poesía sigue siendo lo más importante. Convicción que, afirma, tiene con toda el alma y con todo el cuerpo. “Es mi mayor necesidad…”
Este comentario tiene un sesgo, es verdad. Para decirlo de una manera, no se interesa mucho por la aproximación a los políticos, pese a que aquellos, la mayoría difuntos, eran mejores que los actuales. Ilustres muertos que, según Hildebrandt, es una lástima que hayan muerto de modo tan intestado.
Cambio de Palabras da testimonio de lo bueno que es el periodismo cuando se ejerce con inteligencia y cierto decoro. Léalo y diga como Borges, “Discrepamos de muchas cosas, ¿verdad? Pero eso está bien. Porque entenderse es una miseria”.