Por: Ronald Gamarra Herrera

La noticia –o la cortina de humo– de la semana, terminó siendo el libro publicado bajo la autoría del jefe de SL, Abimael Guzmán. Publicación que –hay que decirlo claramente–hubiera carecido de mayor trascendencia para la opinión si no hubiese contado con la exaltada colaboración propagandística del ministro Pastor. Gracias a él, un panfleto inconsistente, tedioso e ilegible ha despertado la curiosidad general. Qué gran servicio le ha prestado el ministro de Justicia a Sendero Luminoso, que ahora, a falta de resonantes coches-bomba, se puede consolar con un boom de papel.

Y todo ello, por cubrir la responsabilidad que tiene quien, por mandato legal, está a cargo de la seguridad y vigilancia de los presos en el país, que eso es lo que le corresponde hacer al ministro de Justicia y su burocracia, burlados por la presa senderista Elena Iparraguirre, quien aparece como compiladora de la publicación. Responsabilidad que, por cierto, incluye y alcanza de lleno al ministro de Defensa, a cuyo cargo está la custodia y vigilancia de la Base Naval, y que ha preferido pasar silenciosamente esta página que se añade a sus imprevisiones y resbalones en el VRAE.

Por otro lado, ha sido muy aleccionador ver la coincidencia entre SL y los sectores fascistas que atizan la campaña contra el movimiento de DDHH desde algunos pasquines. Tal coincidencia es particularmente vigorosa en los ataques que ambos sectores prodigan a la CVR y contra quienes defienden este legado, en particular el movimiento de DDHH. Esto ocurre precisamente porque la CVR fue clara en señalar las responsabilidades del terrorismo senderista y del terrorismo de Estado en las innumerables atrocidades cometidas durante el período de violencia.

No debería extrañar a nadie que coincidan quienes están íntimamente vinculados por la misma, larga y continua conducta sanguinaria expresada, por ej. en Lucanamarca y La Cantuta; en Tarata y Barrios Altos. Estos son los “hitos“ en que se identifican, coinciden y se unen senderistas y fascistas; como también en plantear “amnistía general” e impunidad para todos los perpetradores de atrocidades, sea que pertenezcan al terrorismo senderista o al terrorismo de Estado. A senderistas y fascistas los une su compartida hostilidad a la democracia; por eso mismo, para ambos sectores, el movimiento de DDHH es un enemigo a demonizar y destruir. Que no cuenten con ello.

Publicado en La República 18/09/2009