Por Carlos Castro
Subdirector del diario La República
Ahora resulta que cuando la canciller alemana Ángela Merkel, durante su visita a Lima en la Cumbre ALC-UE, en abril del 2008, confirmó al gobierno de Alan García la voluntad de su país de donar al Perú US$ 2 millones para la construcción del Museo de la Memoria, lo hizo para satisfacer la “venganza” y el “chantaje” del ex presidente de la Comisión de la Verdad Salomón Lerner y de sus “acólitos”. Esto, según el alucinante comentario de un diario que, tras la desaparición de La Tribuna, se desvive por ser cada día más oficialista.
Guardo como un momento especial el impacto que causó en mis hijas su visita a la exposición fotográfica “Yuyanapaq”, en el malecón de Chorrillos, hace unos cinco años. Fue su encuentro con las imágenes de una época violenta que nos tocó vivir a los peruanos y que en el caso de nuestra generación la padecimos de cerca, con la pérdida de amigos y colegas periodistas entrañables como los mártires de Uchuraccay.
Imagino que similar impacto suscita en los miles de peruanos –de todas las edades–que siguen acudiendo a observar el doloroso registro de esas imágenes de la barbarie de la violencia y de la muerte que se instaló en nuestro país por casi dos décadas.
La historia nuestra es la de un país de amnésicos. Una nación en la que los mejores ciudadanos nunca fueron gobernantes. En la que dictadores que llegaron al poder con las manos manchadas de sangre, después, para darse un aire democrático, se hacían elegir en comicios amañados. José de la Riva Agüero recordaba en 1912 que el desastre peruano en la guerra con Chile fue consecuencia del comportamiento de las clases sociales que dominaron al país “incapaces de apreciar la majestad de la idea de patria”.
El Museo de la Memoria ayudará a que los peruanos no olvidemos a las víctimas de la violencia: civiles y uniformados. Homenaje permanente concretado en un proyecto que integra en un espacio a la exposición fotográfica “Yuyanapaq”, a un centro de información y diálogo y al monumento ‘El Ojo que Llora’.
Inexplicable resulta por ello la decisión del gobierno peruano de rechazar el apoyo del Estado alemán para la construcción de este museo. Imaginamos lo sorprendida que debe estar la canciller Merkel, ciudadana de un país en el que abundan monumentos y museos en homenaje a las víctimas del nazismo. Las explicaciones de ministros y voceros del régimen aprista confirman el poco interés que le merece al presidente García la problemática de los derechos humanos. Si no veamos: el Plan Nacional de DDHH, aprobado como política de Estado en el 2004, agoniza; el Consejo de Reparaciones no tiene el presupuesto necesario para elaborar el registro de víctimas; las reparaciones colectivas no logran una cobertura nacional. Y podría seguir enumerándose otros hechos que van en la misma dirección.
Frente a los pronunciamientos de la Defensora del Pueblo, Beatriz Merino, y de personalidades como el escritor Mario Vargas Llosa, Gustavo Gutiérrez y Julio Cotler, entre otros, las respuestas del ministro de Defensa o del premier suenan a sarcasmo.
Muy suelto de huesos, Ántero Flores Aráoz ha dicho: “Si tengo personas que quieren ir al museo pero no comen, van a morir de inanición. Hay prioridades”. Y Yehude Simon ha pedido que Alemania entregue el dinero a las víctimas. En el fondo es lo mismo: el rechazo a la donación.
¿Por qué el rechazo de García? Hay quienes lo han explicado a partir del registro que la CVR hizo de las matanzas de los penales (Lurigancho y El Frontón) y de Cayara, ocurridas en su primer gobierno. Pero la Comisión Lerner dice también que “el Apra ha sido el partido con el mayor número de víctimas en la guerra demencial que el terrorismo desató contra el Perú”. Solo esta trágica confirmación debería ser suficiente para que el presidente García acepte la donación alemana. Optar por el rechazo al encomiable gesto de Alemania es colocarse, una vez más, en la vereda del fujimorismo y de quienes quieren que el nuestro siga siendo un país de amnesia. Y que son los grupos de poder con los cuales hoy García gobierna, por más que se afane en afirmar, como lo hizo ayer, que es un hombre de izquierda. Hasta el próximo domingo.
http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/2009/03/01/40/pagina/9