Escribe Germán Vargas Farías
Quizás se haya preguntado para qué sirven las CADEs. Mi impresión es que para nada. O muy poco. La conferencia anual de ejecutivos (CADE), que ya va por la edición 46, apenas parece, y resulta ser, una reunión social de empresarios en la que caben políticos, periodistas y otros personajes que se sienten de primera, en un país que consideran de segunda.
Por eso me resulta muy curioso el eslogan escogido para la edición 2008 de la conferencia, «El momento es de primera, no juguemos en segunda». No me da ganas de especular sobre lo que para los empresarios es un momento de primera, pero hasta “El Comercio” ha editorializado, y corregido, diciendo que los momentos son de segunda.
Según el editorial del decano, “en momentos de segunda, hay que jugar en primera”. Cuando lo leí, pensé que hacían esa valoración de los tiempos actuales por los escándalos recientes de corrupción. Me equivoqué. La referencia era al crítico panorama financiero, situación que por lo general se nos presenta como un desastre natural e inevitable, y no como el tremendo escándalo de corrupción que, por decir lo menos, es.
Ya me di cuenta que el inicio de esta nota ha tenido cierto parecido a un trabalenguas, así que trataré de ir al grano. Dicen sus organizadores, que el objetivo de las conferencias anuales de ejecutivos ha sido propiciar el análisis, el debate, y la búsqueda de consensos en temas de la agenda prioritaria nacional. Salvo que confundan la agenda nacional con la suya, creo que las cosas no han ido bien.
Sé que mi tono suena escéptico y pesimista y tal vez no compartan mi opinión, pero los reclamos del sur así como de otras regiones del país me generan suspicacias. Para muchas personas y pueblos en el Perú los momentos siempre fueron y son, aún ahora, de segunda. No sucede lo mismo con los empresarios y con algunos otros dirigentes, por cierto, quienes hace buen rato ya, viven momentos de primera.
El asunto es si juegan, o se portan, como de primera. A riesgo que se me considere chavista, comunista, envidioso, o perro del hortelano, debo decir que cada vez que veo a un empresario satisfecho con la situación del país, o insatisfecho porque quiere más para sí, recuerdo esa vieja y conocida frase que se le atribuye a Gramsci según la cual «la burguesía no tiene patria, solo bolsillos».
Por favor, no me malinterpreten. Es posible que haya empresarios de primera, especialmente entre los que son denominados pequeños y medianos, supongo, pero tengo mis dudas respecto a que Dionisio Romero, Roque Benavides, Pedro Brescia, y algunos otros entre los que tienen más dinero y poder en el Perú, lo sean.
La invocación de “El Comercio” para que los líderes de los gremios empresariales y los más conocidos hombres de empresa, salgan y den la cara para transmitir su compromiso público de que arriesgarán en situaciones tan difíciles, es sugerente. Y la afirmación de los organizadores del CADE respecto a que el sector privado requiere de una profunda reforma que lo vuelva competitivo frente al actual proceso de internacionalización de la economía es también interesante.
Tú tampoco dejes de ir al CADE, dice la publicidad de la reunión que comento, pero avísenme si les han invitado. Imagino que no, y no se preocupe. Puede ser que, para hacer la reforma del sector privado que han anunciado, no requieran gente de primera.
Germán Vargas Farías es director de la asociación Paz y Esperanza, integrante de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.