Por Ronald Gamarra

El 3 de abril de 1983, una columna de Sendero Luminoso tomó la comunidad campesina de Lucanamarca, situada en el departamento de Ayacucho, y cometió premeditadamente uno de los actos más atroces de la violencia que desataron tres años antes y cuyos efectos sobre la vida peruana desgraciadamente no se extinguen hasta hoy. Por decisión de la m ás alta dirección de esa organización terrorista, en particular de su jefe Abimael Guzmán, la comunidad de Lucanamarca fue víctima de una demencial acción de venganza a causa de la resistencia ofrecida por los campesinos a la tiranía que Sendero pretendía establecer en la región. De ese modo, los terroristas buscaban escarmentar a las comunidades y disuadirlas de oponerse a sus planes.

Como resultado de la brutal acción de Sendero en contra de la comunidad de Lucanamarca, 69 campesinos de toda edad, sexo y condición fueron masacrados a golpes de machete, que fue el arma fríamente elegida para hacer más terrible la acción, y muchos más quedaron heridos, sobreviviendo a duras penas, con secuelas de por vida, como el campesino Edmundo Camana que, días después, trasladado al hospital de Huamanga, fuera fotografiado por el fotógrafo Óscar Medrano,reportero de la revista Caretas, que publicó la foto dando cuenta de la masacre perpetrada por los terroristas. Esta foto se convertiría, muchos años más tarde, en una de las imágenes más desgarradoras de la recopilación reunida en la muestra fotográfica Yuyanapaq, organizada por la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). Por esta acción atroz, una entre miles de brutales crímenes, Abimael Guzmán y la dirección de Sendero Luminoso fueron sentenciados hace pocos años a la pena legal máxima y hoy cumplen la sentencia dictada por el tribunal.

El 5 de abril de 1992, el presidente de la República Alberto Fujimori en complicidad con su asesor personal Vladmiro Montesinos, a quien había puesto de hecho en el comando del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) y el jefe del Ejército, Nicolás Hermoza, dio un golpe de Estado, el más reciente de la historia peruana, una historia llena de golpes de Estado, típicos actos de prepotencia y militarismo, causa del atraso institucional y la pobreza de nuestro país. Al ser “disueltos” los mecanismos institucionales de la democracia, el poder quedó concentrado en el trío Fujimori-Montesinos-Hermoza.

Poco después vendría el crimen de La Cantuta, que junto con el crimen de Barrios Altos constituyen los casos paradigmáticos de una política de violación de derechos humanos, ejecutada por el destacamento Colina, organización creada y alentada precisamente por dicho trío. La corrupción fue el otro aspecto que se desbocó tras el golpe del 5 de abril. Años después, Montesinos y Hermoza caerían con cuentas secretas por decenas de millones de dólares en el extranjero. A diferencia de sus socios, Fujimori tuvo tiempo de fugar, llevándose decenas de maletas. Habría que ser ingenuo para no imaginar que estaban llenas de elementos que podían comprometerlo. Luego se las ingenió para eludir la justicia por varios años. Hoy dice que no sabía nada de lo que hacían sus íntimos socios y que no tuvo que ver nada en los crímenes cometidos en su gobierno. ¿Usted podría creerle? La justicia dará su veredicto en pocos días.

Publicado en el diario La República
http://www.larepublica.pe/causa-justa/03/04/2009/reflexiones-del-3-y-el-5-de-abril