Por Fernando Rospigliosi

Es impresionante el retroceso en materia de derechos humanos que se ha producido en lo que va del gobierno de Alan García. El rechazo oficial a la construcción del Museo de la Memoria es solamente una de las tantas manifestaciones de una política que nos retrotrae a la década de 1990.

Los ataques a la desaparecida Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) de parte del oficialismo son cosa de todos los días. Uno de los más entusiastas detractores de la CVR es el aprista Edgar Núñez, presidente de la Comisión de Defensa del Congreso.

Su última pachotada ha sido el ataque a la muestra fotográfica Yuyanapaq, sosteniendo que muchas imágenes que allí se exhiben son trucadas. La arremetida no es gratuita. Yuyanapaq sería un elemento central en el Museo de la Memoria. Desacreditando la muestra, contribuyen a socavar el Museo.

Resulta que, como en varias otras ocasiones, Núñez ha mentido con descaro y sin empacho, como buen aprista que es. La fotografía de un campesino con parte de la cabeza y la cara cubierta con un trapo, fue tomada por el experimentado periodista de Caretas Óscar Medrano, que cubrió durante muchos años la guerra interna en Ayacucho y otros lugares críticos, junto con el periodista Gustavo Gorriti.

Medrano, por supuesto, no trucó la foto. No necesitaba hacerlo, habiendo captado tantas escenas de horror. Y no es el estilo de un fotógrafo trejo y decente.

Se trata, sin duda, de una mentira más de Núñez, que ha encontrado un camino fácil para ascender en la jerarquía aprista: falsear los hechos cotidianamente para defender a los militares acusados de violar los derechos humanos.

LA MANO QUE LO MUEVE

Como es evidente para cualquiera, estas cosas no se le ocurren a un individuo tan limitado como Núñez.

La mano que mueve la cuna, en esta caso, son militares comprometidos con violaciones a los derechos humanos, que han encontrado un vocero dócil y maleable.

Así, mientras se desenterraban centenares de cuerpos en la fosa de Putis y en el cuartel Los Cabitos, en Ayacucho, Núñez no tuvo mejor idea que proponer una ley de amnistía para los autores de tan atroces crímenes.

En el colmo del ridículo, Núñez se prestó para actuar como artista secundario en la película «Vidas paralelas», un mamotreto que se estrenó el año pasado sin pena  ni gloria, que pretende justificar las violaciones de los DDHH.

Según la propaganda de la película, financiada por la universidad Alas Peruanas, «Núñez aparece testificando durante un juicio y en favor de un alto oficial del Ejército que es acusado injustamente por la desaparición de una terrorista quien con otra identidad se dedica al narcotráfico».

LA TETA ASUSTADA

A diferencia de esa película de propaganda, pronto relegada al olvido, «La teta asustada» de Claudia Llosa, que narra las consecuencias de la violencia en las mujeres andinas, ha ganado el Oso de Oro en el Festival de Berlín, la más alta distinción que un filme peruano haya alcanzado jamás.

La periodista Paola Ugaz realizó una entrevista a la antropóloga de la Universidad de Harvard Kimberly Theidon, a la que califica como «autora intelectual del guión» de la película premiada, porque la película se basa en las investigaciones de la antropóloga.

Theidon, dice Paola Ugaz, estudió a siete comunidades campesinas en el centro-sur de Ayacucho, cuyas vidas quedaron marcadas por los años de violencia, en especial del período de 1980 a 1992. Ella también ha publicado el libro «Entre prójimos» (IEP, 2004).

VIOLACIONES

Ugaz le pregunta a Theidon si la violación fue una estrategia de guerra de las fuerzas armadas durante los años difíciles. La respuesta no deja lugar a dudas: «Fue un hecho generalizado. (…) Cuando trabajé en Vilcashuamán, donde hubo bases militares, me decían «violaron a todas nuestras niñas». Ahí me di cuenta de que era un problema masivo.  En términos de violación grupal se trataba del Ejército, pues las mujeres narran experiencias de grupos de 20 personas que las atacaron. En cambio, (el método de) Sendero Luminoso era diferente: ellos entraban a «reclutar» a las chicas y luego decían «tú estas aquí, vas a estar con él». Pero la estrategia de las Fuerzas Armadas era la violación en grupo».

Y más adelante agrega: «Entrevisté a oficiales de la Marina que me dijeron que sus jefes incentivaban la violación; yo abriría un espacio en las Fuerzas Armadas para hablar del tema en tiempos de paz, y me preguntaría qué tipo de sociedad queremos para nuestros niños y adolescentes si no reflexionamos sobre los actos de violación masiva que cometieron sus miembros a miles de mujeres, cuyas vidas quedaron estigmatizadas».

Durante la guerra, miles de militares y policías lucharon valientemente contra el terrorismo, y muchos de ellos sacrificaron sus vidas para defender a la sociedad de esa lacra. Resulta indignante que escudándose detrás de ellos, los que ordenaron y perpetraron asesinatos, torturas, desapariciones forzadas y violaciones, pretendan quedar impunes manchando a todo el resto.

http://www.larepublica.pe/controversias/08/03/2009/retrocesos