Por Rocío Silva Santisteban

Mañana se inicia en Bagua el juicio oral a los 54 indígenas y mestizos acusados de la muerte de once policías y cuatro indígenas en la Curva del Diablo durante el llamado “Baguazo” del 2009. Este juicio, que se ha demorado cinco años debido a múltiples percances y poca voluntad para sacarlo adelante, pide en su acusación fiscal penas de cadena perpetua para líderes como Alberto Pizango de AIESEP o para el apu Santiago Manuin, uno de los primeros en caer baleado por una AKM al acercarse con las manos en alto ante la avanzada policial gritando: “no hagan eso, paz, paz”. Cuando Manuin rueda por la ladera del cerro de la Curva del Diablo en un charco de sangre que emanaba de su estómago los demás awajún piensan que ha muerto. Entonces comienza el etzagtumamu: “esto no era solo un operativo policial, era una guerra” ha declarado un awajún anónimo.

Los awajún tenían lanzas y bombardas; los policías 178 AKMs, 1091 proyectiles lanzagás, 481 granadas lacrimógenas y 604 cartuchos de balas de goma. En el parte se dice que dispararon 2500 balas de las AKMs, aunque, según el informe de Jesús Manaces y Carmen Gómez Calleja, podrían haber sido muchas más. En todo caso el operativo no calculó a lo que se exponían en una zona que no conocían ni tomó en consideración que un día antes los apus le habían dicho al General Uribe que se iban a retirar. Cuando lo releva el General Muguruza no tiene en consideración este hecho ni la percepción guerrera de los awajún: “nos íbamos a retirar pero no a huir como conejos”, comentó para la comisión uno de los apus frente a lo que ellos percibieron como una celada para aniquilarlos. Lo cierto es que, junto con los policías asesinados en la Estación 6, fueron 25 los que murieron y ha desaparecido uno: el Mayor Bazán. Su padre y hermana, a quien hemos acompañado desde la CNDDHH, aún tienen la esperanza de encontrarlo.

Los denunciados son en su mayoría awajún y wampis y solo dos de ellos se encuentran detenidos, Dani López Shawi y Feliciano Cahuasi; el primero está en arresto “domiciliario” y el segundo en el Penal de Chachapoyas. Con estos denunciados se olvida que el origen del conflicto no fue solamente la toma de la carretera o la lucha cuerpo a cuerpo entre indígenas y policías sino el discurso del “perro del hortelano” y el paquete de decretos legislativos para “adecuar” la legislación peruana al TLC, sobre todo, el Dec. Leg. 1090, que, según Mercedes Aráoz, sin su aprobación el “tratado se caía”. Posteriormente el propio Embajador de Estados Unidos le dijo a Yehude Simon que esta afirmación era falsa.

La prepotencia, arrogancia y mendacidad de la ministra Aráoz y quienes refrendaron esa mentira son también responsables de estos hechos y no solo el General Muguruza, menos Dani López. Pero nunca van a estar en arresto domiciliario fuera de su medio ambiente, por el contrario, son protagonistas de las páginas de sociales de las revistas de moda limeñas mientras sonríen a las cámaras. ¿Ese es el Perú de los awajún y wampis?

Según Manacés y Gómez Calleja, el Informe Final (mayoría) “es incapaz de comprender que el conflicto es el remate de un ciclo, especialmente tenso, de un prolongado proceso de colisión entre visiones de desarrollo”: la del perro del hortelano que, con variantes, sigue vigente entre quienes toman las decisiones “técnicas” que llevan a la ruina a los otros, los ninguneados, los indígenas.

Pulicado en el diario La República, martes 13/05/2014