Los congresistas quieren eliminar los gastos operativos. Es decir, no quieren sustentar gastos relacionados a su actividad como legisladores. Lo hacen porque están asustados.
Los casos de acusaciones constitucionales tienen a ?calculo? más de la mitad del Congreso con los nervios de punta.
Varios congresistas han sido acusados, gracias a la presión de la opinión pública, de haber escamoteado sueldos de sus empleados para su propia cuenta. También, de haber falsificado documentación para «sustentar» lo que no realizaron: gastos operativos.
El colmo de la defensa de Canchaya, por ejemplo, es decir que cometió un acto inmoral pero no ilegal.
La respuesta debe ser contundente: en el Congreso no puede haber inmorales. El Estado no puede pagar a un autoproclamado inmoral un sueldo de fiscalizador y legislador.
El inmoral no tiene autoridad moral (justamente) para fiscalizar.
Fiscalizar es una de las pocas tareas del congresista. Un inmoral debe ser sacado inmediatamente de la representación política, debe ser repudiado por la opinión pública y proscrito de la política en general.
El congresista Anaya llegó al colmo. Falsificó documentación, como un burdo delincuente tributario, para aumentar sus «gastos operativos».
Ese señor tiene que terminar en la cárcel.
Los congresistas quieren acabar con esas historias. Pero no quieren hacerlo sacando a todos los culpables. Quieren hacerlo eliminando los gastos operativos. De esa manera, podrán descansar en paz los que hasta ahora se salvaron de la investigación.
Yo prefiero algo transparente. Que ganen un monto que no deban sustentar. Y que hagan lo que quieran con su sueldo: pagarle a las amantes, a los sobrinos, a los yernos, a las pollerías. De su bolsillo.
La condición para aceptar esa propuesta y ese cambio es una sola. Que se investigue ahora y escrupulosamente a todos los congresistas en cuanto a sus contrataciones, sus sustentaciones, sus «gastos operativos».
Los nombres de Canchaya y Anaya son solo la punta del iceberg. Hay quienes lograron negociar con sus bancadas, con sus colegas de otros partidos, quienes pudieron motivar a sus jefes para que canjearan con los jefes de otros botines de la guerra política.
Hagan la reforma, se las otorgamos. Pero dennos a cambio en bandeja la cabeza de los estafadores, los delincuentes, los ladrones y sus cómplices en la administración congresal. Tenemos que acabar con esta basura.
Sin una auditoría independiente, no se debe aceptar la propuesta de tapar la basura.
La confianza se quebró no solo por los delincuentes, sino por los que los apañaron, por los que quisieron negociar con ellos su salida o su permanencia.